domingo, 9 de junio de 2013

Emprendedores

Yo creo en los emprendedores. Y los animo a seguir adelante. Si se tiene una buena idea, si se cree en un nuevo negocio, y se trabaja en él, sin desanimarse, sin perder la paciencia, en algún momento puede llegar el premio.

Pero el premio no es un único premio. Es una cadena de premios; cada uno más grande que el anterior. No es una carrera de una sola etapa. Son varias. Al menos tres.

La primera etapa es la de arranque: convertir una idea etérea en un negocio concreto. Y ponerlo en marcha. Es la etapa de la ilusión.

La segunda es la del funcionamiento: hacer que ese negocio funcione, que ruede, que haga cosas. Que produzca y que venda, aunque sea poco. Es una etapa dura, que obliga a bajar de las nubes, y a enfrentarse a la competencia. Lo normal es que el mercado responda más lento de lo que esperábamos.

La tercera es la del despegue: tras rodar sobre la pista durante unos meses, a veces años, de pronto, a menudo sin esperarlo, algo hace que nos elevemos hacia el cielo. Es entonces cuando podemos decir que hemos llegado a una primera meta; que hemos alcanzado el éxito. Aunque no es el final del trayecto, ésta sí que es una etapa agradecida. Empiezan a pasarnos cosas buenas; incluso quizás recuperamos la velocidad de desarrollo que imaginamos al principio y que creíamos imposible.

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